Reflexiones para tí.

Dos en uno I

 

¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Mateo 19:4, 5.

Hay en el ser humano una doble tendencia psicoafectiva: a la diferenciación, pero también a la fusión con otros, siendo esto último lo que nos permite tener lazos de afecto, cariño y compañerismo con los demás. Es parte de la salud mental, en su justa medida, la tendencia a sentirnos unidos con otros, a querer formar parte de un grupo y tener comunión (común-unión) con otros seres humanos. Esto permite que los lazos con la familia y con los amigos sean tan entrañables y cálidos, como es el plan de Dios.

Esta tendencia a la unión, a la fusión, alcanza su máxima expresión en la comunión y fusión de dos vidas complementarias en el sagrado vínculo del matrimonio.

Es tan grande e importante esta fusión de dos vidas, tal como Dios lo planeó, que el Creador hizo de manera exquisitamente complementarias no solo las estructuras psíquicas del hombre y la mujer sino también las anatómicas: los órganos genitales del hombre y de la mujer están sabia y bellamente adaptados el uno al otro para la realización de la unión sexual y para aportarse mutuamente el placer propio de esa unión.

En el plan de Dios, lejos de la tendencia tan posmodema de nuestros días, que acentúa el individualismo de cada miembro de la pareja, en la que cada uno trata de tener cada vez mayores espacios propios independientes de su cónyuge, la relación entre ambas partes debería ser de una profunda unión y unidad, una fusión de dos vidas en una, para formar un nuevo “ente” plural, o compuesto, que llamamos “matrimonio”.

El plan de Dios es que ambos cónyuges conserven su individualidad, pero que a su vez se unan con sus parejas en una comunión de ideales, valores, principios, y un proyecto sublime de vida en común, que es la formación de una familia. De allí la importancia de que las parejas tengan coincidencia en sus creencias religiosas, su cosmovisión de la vida, sus conceptos sobre el hogar y la familia, y sus principios morales. De lo contrario, la probabilidad de roces, peleas y rupturas será mayor.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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